jueves, 10 de abril de 2008

Pensar nuestra comuna

Acerca de la Planificación Territorial de un pueblo.


Es muchas veces pertinente, necesario y hasta imprescindible, que cada vez que queramos realizar una actividad, cualquiera sea esta, pensemos en las condiciones que se darán al momento de ejecutarla y los efectos que estas provoquen. Lo mismo pasa cuando queremos realizar alguna inversión en nuestros hogares, es decir, si queremos construir una ampliación o simplemente comprar un mueble. Pensamos en las proyecciones que este podrá tener y no sólo en las necesidades que satisface luego de su adquisición.

Algo similar sucede en una comuna, pues al momento de pensar en las condiciones que debe presentar un centro urbano, es prioritario tener claro que quienes habitan esos espacios son personas, trabajadores y trabajadoras, abuelos, jóvenes y niños. Por lo tanto, se debe considerar para cada uno de ellos, espacios que den cabida a sus proyecciones individuales, familiares y sociales.

Esto no sucede en nuestra comuna, pues al momento de decidir acerca de la construcción de nuevas poblaciones, no se ha pensado en la importancia de las áreas verdes para el desarrollo de actividad física al aire libre, la recreación de los niños y adolescentes, operando más bien una racionalidad tendiente a la maximización de recursos y a la cantidad de soluciones habitacionales otorgadas, más que a la calidad de vida y las proyecciones que cada familia pudiera lograr hacer a partir de lo adquirido.

El concepto de segregación residencial nos habla de la “aglomeración geográfica de familias de una misma condición social” (Sabatini), ya sea por su condición étnica, religiosa o socioeconómica. Este tipo de problemática no es ajena a nuestra comuna, ya que soluciones habitacionales entregadas a partir de los años noventa han generado en sus residentes sacrificios superiores a los beneficios que se creyeron alcanzarían. Se crean nuevos espacios de marginación social, y aunque ya lejanos a la imagen de toma o condición de allegado, en muchas oportunidades pasan esas familias a formar parte de los que se califica como barrios “malos”, opacándose así el sueño de la casa propia.
Esta situación no hace más que generar desesperanza en las poblaciones, donde las condiciones de hacinamiento y la imposibilidad de ampliar las viviendas hace de los hogares y las poblaciones verdaderos enjambres asociados a conductas desviadas, drogadicción, alcoholismo, abandono de estudios, robo, siendo estas conductas “fuente de prestigios en determinados círculos, especialmente los de jóvenes” y abusos reiterado en contra de mujeres y niños abandonados.

Es por esta razón que es fundamental la creación, de una “Entidad de Gestión Inmobiliaria social” que sea administrada por la corporación municipal de Graneros. Esta EGIS debiera entregar el apoyo técnico y profesional, a partir de la información que maneja como municipio, a los ya existes y futuros comités de allegados y postulantes a subsidio habitacional rural y urbano de la comuna. De esta manera es posible crear, habitar y proyectar los nuevos barrios de nuestra comuna, a partir de proyectos habitacionales que incorporen la opinión de quienes residirán allí. Dicho organismo tendría, según mi perspectiva, como objetivo superar problemáticas de diseño y calidad de las nuevas edificaciones y, sobre todo considerar la problemática de “Segregación Residencial” como una situación que no debe potenciarse, sino erradicarse, para potenciar más bien la idea de “Calidad de Vida”, dando vida a los barrios granerinos.

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